DOMINGO PRIMERO DE ADVIENTO,
Oficio de Lectura,
PRIMERA LECTURA
Comienza el Libro del Profeta Isaías 1, 1-18
SEGUNDA LECTURA
De la Catequesis de
San Cirilo de Jerusalén, Obispo
(Catequesis 15, 1-3: PG 33, 870-874)
Las
dos venidas de Cristo
Anunciamos la venida de Cristo, pero no una sola, sino también una
segunda, mucho más magnífica que la anterior. La primera llevaba consigo
un significado de sufrimiento; esta otra, en cambio, llevará la diadema
del reino divino.
Pues casi todas las cosas son dobles en nuestro Señor Jesucristo. Doble
es su nacimiento: uno, de Dios, desde toda la eternidad; otro, de la
Virgen, en la plenitud de los tiempos. Es doble también su descenso: el
primero, silencioso, como la lluvia sobre el vellón; el otro,
manifiesto, todavía futuro.
En la primera venida fue envuelto con fajas en el pesebre; en la segunda
se revestirá de luz como vestidura. En la primera soportó la cruz, sin
miedo a la ignominia; en la otra vendrá glorificado, y escoltado por un
ejército de ángeles.
No pensamos, pues, tan sólo en la venida pasada; esperamos también la
futura. Y, habiendo proclamado en la primera: Bendito el que viene en
nombre del Señor, diremos eso mismo en la segunda; y, saliendo al
encuentro del Señor con los ángeles, aclamaremos, adorándolo: Bendito
el que viene en nombre del Señor.
El Salvador vendrá, no para ser de nuevo juzgado, sino para llamar a su
tribunal a aquellos por quienes fue llevado a juicio. Aquel que antes,
mientras era juzgado, guardó silencio refrescará la memoria de los
malhechores que osaron insultarle cuando estaba en la cruz, y les dirá:
Esto hicisteis y yo callé.
Entonces, por razones de su clemente providencia, vino a enseñar a los
hombres con suave persuasión; en esa otra ocasión, futura, lo quieran o
no, los hombres tendrán que someterse necesariamente a su reinado.
De ambas venidas habla el profeta Malaquías: De pronto entrará en el
santuario el Señor a quien vosotros buscáis. He ahí la primera
venida.
Respecto a la otra, dice así: El mensajero de la alianza que vosotros
deseáis: miradlo entrar –dice el Señor de los ejércitos-, ¿Quién podrá
resistir el día de su venida? ¿quién quedará en pie cuando aparezca?
Será un fuego de fundidor, una lejía de lavandero: se sentará como un
fundidor que refina la plata.
Escribiendo a Tito, también pablo habla de esas dos venidas, en estos
términos: Ha aparecido la gracia de Dios que trae la salvación para
todos los hombres; enseñándonos a renunciar a la impiedad y a los deseos
mundanos, y a llevar ya desde ahora una vida sobria, honrada y
religiosa, aguardando la dicha que esperamos: la aparición gloriosa del
gran Dios y Salvador nuestros, Jesucristo. Ahí expresa su primera
venida, dando gracias por ella; pero también la segunda, la que
esperamos.
Por esa razón, en nuestra profesión de fe, tal como la hemos recibido
por tradición decimos que creemos en aquel que subió al cielo, y está
sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar
a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.
Vendrá, pues, desde los cielos, nuestro Señor Jesucristo. Vendrá
ciertamente hacia el fin de este mundo, en el último día, con gloria. Se
realizará entonces la consumación de este mundo, y este mundo, que fue
creado al principio, será otra vez renovado.
Esta
página es obra de Las Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y
María.