¡A BELÉN… VETE A BELÉN!

No era luna, sino estrella,
y un algo en ella veía
su ventana estaba abierta
y mi alma sorprendida.

¡A Belén… vete a Belén,
no esperes al nuevo día!,
la noche será silencio,
tus pasos, nubes dormidas.
Allí, bordada entre cedros,
Belén, la ciudad perdida,
serán sus besos destino,
del cielo, ancha avenida.

¡Ay, cuando vean tus ojos,
esa realidad tan viva!

El camino, no es camino,
ni soledad compañía.
Es mi estrella pensamiento.
Me guía su luz divina.

Ya se paró, allí, mi estrella,
en una cueva escondida,
sus rosas de primavera,
en el umbral, encendidas.


¡Entre cantos, más que notas,
vi al Mesías… El Mesías!
¡Toda la historia mirando
la divina profecía!
¡Y vi Sus Ojos… Sus Manos,
y que todo me encendía.
Sus Lágrimas no eran llanto,
sino sol que daba vida!

¡Pastores arrodillados…
y nadie salir quería.
Todo era el Niño y José.
Todo era el Niño y María!

Ya del camino, las flores,
belleza que no entendía,
veía en ellas Sus Ojos,
el no sé, que no sabía.
Ni las rosas, ya son rosas,
ni el río, agua perdida,
son Sus Labios, Su Sonrisa,
que me abrazan todo el día


Jerez de la Frontera
 


 

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