
" abrir a cristo nuestra mente y nuestro corazón"
Audiencia General del 3 de enero de 2007
Ver también:
Benedicto XVI
CIUDAD DEL VATICANO, 3 ENE 2007 (VIS).-En
la primera audiencia general del nuevo año, celebrada en el Aula Pablo
VI, el Papa invitó a reflexionar sobre "la alegría por el nacimiento del
Redentor" que se respira en el clima navideño.
"Quien se detiene a meditar ante el
Hijo de Dios que yace inerme en el pesebre -dijo- no puede sino sentirse
sorprendido por este evento humanamente increíble; no puede sino
compartir el estupor y el humilde abandono de la Virgen María, que Dios
eligió como Madre del Redentor precisamente por su humildad".
El Santo Padre señaló que "en el niño
de Belén, cada ser humano descubre que es amado por Dios de manera
gratuita; en la luz de la Navidad se manifiesta a cada uno la infinita
bondad de Dios. En Jesús, el Padre celestial ha inaugurado una nueva
relación con nosotros; nos ha hecho "hijos en el mismo Hijo".
"La alegría de la Navidad, sin embargo
-continuó-, no nos hace olvidar el misterio del mal, el poder de las
tinieblas que intenta oscurecer el esplendor de la luz divina; y por
desgracia, cada día experimentamos este poder de las tinieblas. (...) Se
trata del drama del rechazo de Cristo, que, al igual que en el pasado,
también hoy se expresa de modos muy diversos. Las formas de rechazo de
Dios en la época contemporánea son quizá hasta más engañosas y
peligrosas: desde el rechazo total a la indiferencia, desde el ateismo
cientificista a la presentación de un Jesús moderno o postmoderno. Un
Jesús hombre, reducido a un simple hombre de su tiempo, privado de su
divinidad; o un Jesús tan idealizado que a veces parece el personaje de
un cuento de hadas".
El Papa subrayó que "en realidad, sólo
el Niño que yace en el pesebre posee el verdadero secreto de la vida.
Por eso nos pide que lo acojamos en nuestros corazones, en nuestras
casas, en nuestras ciudades y en nuestras sociedades". Para ello,
aseguró, "nos ayuda la sencillez de los pastores y la búsqueda de los
Magos, que a través de la estrella escrutan los signos de Dios; nos
sirve de ejemplo la docilidad de María y la sabia prudencia de José".
"Al inicio de este nuevo año -terminó-,
reavivemos el compromiso de abrir a Cristo la mente y el corazón,
manifestándole sinceramente la voluntad de vivir como verdaderos amigos
suyos. De este modo seremos colaboradores de su proyecto de salvación y
testigos de aquella alegría que nos dona para que la difundamos
abundantemente a nuestro alrededor. (...) Vayamos junto a Jesús,
caminemos con El y así el año nuevo será un año feliz y bueno"