
"La verdadera luz de navidad"
Audiencia General del 22 de diciembre del 2005
Fuente:
Zenit
Ver también:
Benedicto XVI
La audiencia de hoy tiene lugar en el
clima de alegre y ansiosa espera de la festividad natalicia ya
inminente. ¡Viene el Señor Jesús! Repetimos en estos días, en la
oración, preparando nuestro corazón para experimentar la alegría de
nacimiento del Redentor. En particular, en esta última semana de
Adviento, la liturgia acompaña y sostiene nuestro camino interior con
repetidas invitaciones a acoger al Salvador, reconociéndole en el
humilde Niño que yace en un pesebre.
Éste es el misterio de Navidad, que podemos comprender mejor a través de
tantos símbolos. Entre estos símbolos está el de la luz, que es uno de
los más ricos de significado espiritual y sobre el que querría
reflexionar brevemente. La fiesta de Navidad coincide, en nuestro
hemisferio, con la época del año en que el sol termina su parábola
descendente y empieza la fase en la que se amplía gradualmente el tiempo
de luz diurna, según el recorrido sucesivo de las estaciones. Esto nos
ayuda a comprender mejor el tema de la luz que prevalece sobre las
tinieblas. Es un símbolo que evoca una realidad que afecta a lo íntimo
del hombre: me refiero a la luz del bien que vence al mal, del amor que
supera al odio, de la vida que vence a la muerte. Navidad hace pensar en
esta luz interior, en la luz divina, que nos vuelve a presentar el
anuncio de la victoria definitiva del amor de Dios sobre el pecado y la
muerte. Por este motivo, en la novena de la santa Navidad que estamos
viviendo, hay muchas y significativas referencias a la luz. Nos lo
recuerda también la antífona cantada al inicio de nuestro encuentro. El
Salvador esperado por las gentes es saludado como «Astro naciente», la
estrella que indica el camino y la guía de los hombres, viandantes entre
las oscuridades y los peligros del mundo hacia la salvación prometida
por Dios y realizada en Jesucristo.
Al prepararnos a celebrar con alegría el nacimiento del Salvador, en
nuestras familias y en nuestras comunidades eclesiales, mientras una
cierta cultura moderna y consumista intenta hacer desaparecer los
símbolos cristianos de la celebración de la Navidad, asumamos todos el
compromiso de comprender el valor de las tradiciones navideñas, que
forman parte del patrimonio de nuestra fe y de nuestra cultura, para
transmitirlas a las nuevas generaciones.
En particular, al ver las calles y plazas de nuestras ciudades adornadas
con luces resplandecientes, recordemos que estas luces evocan otra luz,
invisible para nuestros ojos, pero no para nuestro corazón. Al
contemplarlas, al encender las velas de las iglesias o las luces del
Nacimiento y del árbol de Navidad en nuestras casas, que nuestro
espíritu se abra a la verdadera luz espiritual traída a todos los
hombres y mujeres de buena voluntad. ¡El Dios con nosotros, nacido en
Belén de la Virgen María es la Estrella de nuestra vida!
«Astro que surges, esplendor de luz eterna, sol de justicia: ven,
ilumina a quien yace en las tinieblas y en las sombras de muerte». Al
asumir esta invocación de la liturgia de hoy, pidamos al Señor que
apresure su venida gloriosa entre nosotros, en medio a todos los que
sufren, pues sólo en Él pueden encontrar respuesta las auténticas
expectativas del corazón humano. ¡Que este Astro de luz sin ocaso nos
comunique la fuerza para seguir siempre el camino de la verdad, de la
justicia y del amor! Vivamos intensamente estos días que preceden a la
Navidad junto a María, la Virgen del silencio y de la escucha. Que Ella,
quien quedó totalmente envuelta por la luz del Espíritu Santo, nos ayude
a comprender y a vivir plenamente el misterio de la Navidad de Cristo.
Con estos sentimientos, exhortándoos a mantener viva la maravilla
interior en la ferviente espera de la celebración ya cercana del
nacimiento del Señor, os deseo con alegría una santa y feliz Navidad a
todos vosotros, aquí presentes, a vuestros familiares, a vuestras
comunidades y a vuestros seres queridos.
¡Feliz Navidad a todos!
[Traducción del original italiano realizada por Zenit. Al final de la
audiencia el Papa saludo en varios idiomas. Estas fueron sus palabras en
inglés:]
Queridos hermanos y hermanas:
La Audiencia de hoy se desarrolla en un clima de alegría y esperanza. La
oración ¡Ven Señor Jesús! nos prepara para acoger al Redentor que nace
en el pesebre. Entre los símbolos que nos ayudan a comprender este
misterio de Navidad, sobresale el de la luz por su significado
espiritual. Hace referencia a una realidad que concierne a la intimidad
del hombre: el bien que vence al mal, la vida que derrota a la muerte.
Las luces que adornan las calles nos evocan la verdadera luz que llega a
los hombres de buena voluntad. Dios nacido en Belén es la estrella de
nuestra vida.
Ante una cultura consumista que tiende a ignorar los símbolos cristianos
de las fiestas navideñas, preparémonos para celebrar con alegría el
nacimiento del Salvador, transmitiendo a las nuevas generaciones los
valores de las tradiciones que forman parte del patrimonio de nuestra fe
y cultura.
Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española, en particular a
los llegados de España y de México. Que el Salvador, \"Astro naciente\",
sea la estrella que os guíe hacia la salvación y os ilumine en el camino
de la verdad, de la justicia y del amor. A todos vosotros, a vuestros
familiares y demás seres queridos, os deseo una santa y feliz Navidad.
Esta página
es obra de Las Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María
|