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Mensajes del Corazón de Jesús a Sor Josefa Menéndez

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22 DE NOVIEMBRE DE 1922

Sor Josefa le ruega a Jesús que le dé ese amor del que El habla y luego le expresa sus deseos de abandonarse a El.  Jesús, con muchísima bondad, mientras le hablaba le ponía la corona de espinas:

          “Toma Mi corona; que te recuerde siempre tu pequeñez…  Te amo y tengo tanta compasión de ti que no te abandonaré.  Tú ámame, consuélame y abandónate”.

22 DE NOVIEMBRE DE 1922

Sor Josefa expresa a Jesús su temor de fallarle y el Señor le responde:

          “No tengas miedo, Josefa, a pesar de tu pequeñez y hasta de tus resistencias.  Yo hago Mi Obra en ti, y en las almas”.

          Sor Josefa le responde: “Señor, no entiendo cuál es esta Obra de la que me habláis”.

          Y Jesús le responde algo maravilloso:

          “¿No sabes cuál es Mi Obra?  Pues es de Amor.  Y aunque tú no eres ni vales nada, quiero servirme de ti para dar a conocer más todavía la misericordia y el amor de Mi Corazón.  Por eso Me glorifican (tus Superioras), cuando Me dan libertad para hacer de ti y en ti lo que quiera.  Ya con tu pequeñez y tu sufrimiento, muchas almas se salvan.  Más tarde, las palabras y deseos que doy a conocer por tu medio, excitarán el celo de otras muchas e impedirán la pérdida de un gran número; y comprenderán cada vez más que  la Misericordia y el Amor de Mi Corazón son inagotables…  No pido grandes cosas Mis almas, lo que pido es amor”.

22 DE NOVIEMBRE DE 1922

Poco antes de la Elevación de la Misa, aparece el Señor a Sor Josefa, más hermoso que nunca.  Su Corazón ardía y parecía escapársele del pecho.  Llevaba la corona de espinas en la mano derecha.

Sor Josefa renueva sus votos ante El y ella pronuncia alabanzas divinas.  El maligno jamás pudo decirlas con ella; en cambio Jesús, María y los santos las repetían sonriendo, con inefable benevolencia.  Luego Jesús le dice:

“¡Josefa!  ¿Me conoces?  ¿Me amas?  Y ¿sabes cuánto te ama Mi Corazón?”

Semejantes preguntas eran como flechas ardientes, que inflamaban el corazón de Josefa.  Ella escribe: “sé que me ama muchísimo, pero no puedo comprender cuánto.  Yo también deseo amarle muchísimo aunque no sé corresponder a Sus bondades”.

5 DE NOVIEMBRE DE 1922

Jesús le dice a Josefa:

“El pecado, que es una ofensa hecha a la infinita majestad de Dios, requiere castigo y una reparación infinita.  Cuando tú bajas a ese abismo infernal, tus dolores impiden la pérdida de muchas almas; satisfaces la Divina Majestad por los ultrajes que de ellas ha recibido y expías la pena que merecen sus culpas…  No olvides que si permito todo esto, es por el gran amor que te tengo a ti y a las almas”.

5 DE NOVIEMBRE DE 1922

Sor Josefa escribe angustiada:

          “He visto cómo caían las almas en grandes grupos en el infierno…  hay tormentos tan terribles que es imposible contarlos, ni calcular el número de los que caen”.

Nuestro Señor se aparece a Josefa el domingo y Josefa le habla del número incalculable de almas que se pierden para siempre.  Jesús la escucha con expresión de inmensa tristeza y, después de un momento de silencio, le dice:

“Ves las que caen, pero no ves las que suben”.

Entonces Josefa vio como una fila muy apretada de almas dirigiéndose al Cielo.  El Corazón de Jesús se puso muy encendido y dijo:

“Todas estas almas son las que han aceptado con sumisión la cruz de Mi amor y de Mi Voluntad”.

25 DE OCTUBRE DE 1922

La Santísima Virgen María dice a Sor Josefa:

          “Hija, mía, vengo a decirte en Nombre de Jesús que hoy has dado mucha gloria a Su Corazón.  Todo lo que permite que veas o sufras, como las penas del infierno (cuando Josefa es conducida allí), es para purificarte, sí, pero también para que te humilles, diciéndolo a las Madres; no pienses en ti misma, sólo en la gloria del Corazón de Jesús y en la salvación de las almas”.

23 DE OCTUBRE DE 1922

Jesús dice a Sor Josefa:

          “Hay almas muy amadas de Mi Corazón que Me ofenden…  No son bastante fieles; precisamente las que más quiero son las que más Me hacen sufrir”.

          Josefa le dice que quiere ayudarle, pero que no sabe cómo convertir ese deseo en obras.  Jesús le responde:

          “Josefa, tan unida te tengo a Mi Corazón, que el mismo amor que Me consume por el bien de las almas, te consume también a ti.  El corazón descansa comunicándose; por eso, vengo a descansar en ti, siempre que un alma Me causa pena.  Y es Mío tu deseo de hacerle algún bien, porque soy Yo quien te lo comunica…  Es verdad que son muchas las almas que Me ofenden, pero encuentro también en otras muchas, consuelo y amor…  Cuando dos personas se aman, la menor falta de delicadeza lastima el corazón.  Por eso quiero que las que aspiran a ser Mis esposas lo comprendan bien, para que más tarde no rehúsen nada al amor”.

21 DE OCTUBRE DE 1922

Jesús dice a Sor Josefa:

          “Porque eres pequeñita has podido entrar tan dentro en Mi Corazón”.

21 DE OCTUBRE DE 1922

Jesús dice a Sor Josefa:

          “¡Pobres almas!  Sí, es verdad que hay muchas que no Me conocen, pero es mayor el número de las que, conociéndome, Me han despreciado para seguir una vida de placer.  ¡Hay tantas almas sensuales!  No sólo en el mundo, también entre las almas escogidas hay muchas que buscan el placer.  Y así se pierden, porque Mi camino es de sufrimiento y de cruz.  Lo único que da fuerza para seguirlo es el amor.  Por eso busco amor”.

20 DE OCTUBRE DE 1922

Sor Josefa le ruega a Jesús que conceda a las almas escogidas ese amor del cual El le habla, para que crezcan sin medida en confianza y generosidad.  Jesús le responde:

          “Deseo que Me amen…  Ofrece tu vida, aunque sea imperfecta, para que todas las almas escogidas entiendan qué misión tan hermosa pueden realizar con sus obras ordinarias, con su trabajo cotidiano.  Que no olviden que las he preferido a tantas otras, no por su perfección, sino por su miseria.  Yo soy todo amor y el fuego que Me abrasa consume todas sus miserias”.

          Josefa le expresa su temor ante la responsabilidad de tantas gracias extraordinarias y Jesús le dice:

          “¡No tengas miedo de nada!  Te he escogido a ti que eres tan miserable*, para que vean una vez más que no busco la grandeza ni la santidad…  ¡Busco amor!...  Yo haré todo lo demás.  Te diré más secretos de amor, Josefa, pero el deseo que me consume es siempre el mismo: que las almas conozcan más y más Mi Corazón”.

*se debe entender correctamente que Jesús utiliza el término "miseria" para describir la realidad de nuestra alma, que es pobreza y pequeñez, defectos e impurezas, flaquezas e incapacidad de producir frutos sin Su ayuda. 

20 DE OCTUBRE DE 1922

Sor Josefa continúa escuchando las Palabras reveladoras de Jesús:

          “No quiero decir con esto que un alma por Mí escogida se vea libre por ello de sus defectos y miserias.  Puede caer y caerá más de una vez, pero si sabe humillarse y reconocer su nada, si procura reparar sus faltas con actos de generosidad y de amor, si confía y se abandona de nuevo a Mi Corazón, Me da más gloria y puede hacer mayor bien a otras almas que si no hubiera caído…  No Me importa la miseria… lo que pido es amor”.

          Jesús añade:

          “En medio de su gran miseria, un alma puede tener locura por Mí… pero entiende bien, Josefa, que me refiero no a las faltas de premeditación (infidelidad voluntaria) y advertencia, sino a las que son de fragilidad e inadvertencia”.

20 DE OCTUBRE DE 1922

Jesús continúa diciendo a Sor Josefa:

          “Las almas que Mi Corazón escoge están encargadas de distribuir al mundo Mis gracias, por medio de su amor y de sus sacrificios.  Sí, el mundo está lleno de peligros…  ¡Cuántas almas arrastradas al mal, que necesitan de una ayuda constante, ya visible, ya invisible!  ¡Ah! lo repito: ¿se dan cuenta Mis almas escogidas de cuánto bien se privan y privan a las almas, por falta de generosidad?...

20 DE OCTUBRE DE 1922

Sor Josefa le dice a Jesús que ella nota cuánto la ama El porque en cuanto Le pide perdón, El en seguida, le da nuevas pruebas de Su amor y le demuestra que la ha perdonado.  Jesús le dice:

“¿No sabes que cuanto más miserables son las almas, más las amo?  Tú me has robado el Corazón, a causa de tu pequeñez y de tu miseria”.

Josefa le pregunta por qué lleva Su Cruz ese día y Jesús le dice:

“Llevo la Cruz porque hay muchas almas escogidas que en cositas pequeñas Me resisten; y estas resistencias forman esta Cruz.  ¿Sabes cuál es la causa de estas resistencias?...  La falta de amor…  Sí; falta de amor a Mi Corazón…  Exceso de amor a sí mismas...   Cuando el alma tiene generosidad bastante para darme gusto en todo lo que le pido, recoge un gran tesoro para sí y para las almas, y aparta a muchas del camino de la perdición”.

20 DE OCTUBRE DE 1922

Jesús dice a Sor Josefa:

“¡Josefa!  Participa del fuego que devora Mi Corazón: tengo sed de que las almas se salven…  ¡Que las almas vengan a Mí!...  ¡Que las almas no tengan miedo de Mí!...  ¡Qué las almas tengan confianza en Mí!”

Su Corazón se dilata y se inflama como si no pudiera contener Su ardor y agrega:

“Yo soy todo amor; no puedo tratar con severidad a las almas que tanto amo.  Y aunque es verdad que las amo a todas, tengo entre todas “Mis preferidas”.  Las he escogido para consolarme con ellas y para colmarlas de Mis más dulces caricias…  No Me importan sus miserias… y quiero que sepan que, después que han caído en alguna flaqueza, si humildemente se arrojan en Mi Corazón, las perdono y las amo con más ternura que antes”.

17 DE OCTUBRE DE 1922

Jesús dice a Sor Josefa:

“No puedes comprender hasta qué punto te amo…  Mi Sangre te purifica y te abrasa.  En ella encontrarás fuerza y valor”.

6 DE OCTUBRE DE 1922

Sor Josefa, hallándose en un momento de tribulación intensa, escribe lo cansada de sufrir que está.  De repente ve delante de ella como un sol; tanto brillaba que casi no podía mirar.  Y oye la voz de Jesús que dice:

          “La Santidad Divina es ofendida y la Justicia pide satisfacción.  No es inútil (dice el Señor refiriéndose al pensamiento de Josefa que cree que es inútil el sufrimiento que ella sufre las veces que es llevada al infierno).  Todas las veces que te hago experimentar las penas del infierno, expías el pecado y se aplaca la ira divina.  ¿Qué sería del mundo si no hubiera quien reparase tantas ofensas?...  ¡Hacen falta víctimas!...   *  ¡Hacen falta víctimas!...”

          Sor Josefa le pregunta que cómo puede ella reparar si está tan llena de miseria y de faltas.  Jesús le dice:

          “No importa.  Este sol de amor te purifica, para que tus sufrimientos sirvan de reparación por los pecados del mundo”.

* nota: El Señor enseña claramente que El es La Víctima, El es Quien salva, pero desea nuestra participación en la obra de la salvación que El ha hecho por nosotros.  Para ello nos pide que unamos nuestros sufrimientos a los Suyos y los ofrezcamos al Padre Celestial: “…ofrece Mi Corazón a Mi Eterno Padre, por el alma de este pecador, y une tus sufrimientos a los Míos…”.  Jesús explica a Josefa que cuando El le pide: “ponte en estado de víctima”, significa: “déjame hacer de ti lo que quiera”.  Es muy grande el aporte que todos podemos hacer por nuestro prójimo, jamás por nuestros méritos sino por los del Señor.

27 DE SEPTIEMBRE DE 1922

Al amanecer, Jesús se aparece a Sor Josefa.  El está hermosísimo, con el Corazón inflamado.  Ella renueva sus votos, como siempre, y Jesús le dice:

“Dime una vez más que Me amas.  Yo también voy a decirte un secreto de Mi Corazón.  Josefa… ¡ayúdame en esta obra de amor!...”.

Jesús agrega:

“¡Mira!  Unas almas sufren par dar fuerza a otras y evitar que caigan en el mal.  Si estas dos almas de ayer hubieran caído en pecado, se habrían perdido para siempre.  ¡Lo que por ellas has hecho les ha dado fuerza para resistir!”

Sor Josefa se muestra sorprendida de que cosillas tan pequeñas puedan tener tanta eficacia.  Jesús continúa:

“Sí, Mi Corazón da valor divino a esas cosas tan pequeñas.  Lo que Yo quiero es amor.  Amor busco, amo a las almas y deseo ser correspondido.  Por eso Mi Corazón está herido, porque encuentro frialdad en vez de amor.  Dame amor y dame almas.  Une bien tus acciones a Mi Corazón.  Permanece Conmigo, que Yo estoy siempre contigo.  Yo soy todo Amor y no deseo más que amor.  ¡Ah!  Si las almas supieran cómo las espero, lleno de misericordia!  Soy el Amor de los amores y sólo puedo descansar perdonando…”.

26 DE SEPTIEMBRE DE 1922

Apenas Jesús había recuperado el alma del sacerdote se presenta de nuevo con Josefa para pedirle que colabore con El para recuperar dos almas más.  Jesús le dice:

“Tenemos que salvar dos almas en gran peligro.  Ponte en estado de víctima”.  Jesús le explica lo que estas palabras significan: “déjame hacer de ti lo que quiera”.

Enseguida Josefa comenzó a sentir muchísima angustia en el alma y un sufrimiento muy grande y no sabía qué hacer para que estas almas se salven.  Al anochecer, Jesús aparece en su celda y, con las manos juntas y mirando al Cielo, dijo con voz muy clara y llena de majestad:

“¡Padre Eterno!  ¡Padre misericordioso!  ¡Recibid la Sangre de Vuestro Hijo!  ¡Tomad Sus llagas, recibid Su Corazón, por estas almas!...  Padre Eterno, recibid la Sangre de Vuestro Hijo, tomas Sus llagas, tomad Su Corazón, mirad Su cabeza traspasada de espinas.  No permitáis que una vez más esta Sangre sea inútil.  Mirad la sed que tengo de daros almas…   Padre Mío, no permitáis que estas almas se pierdan…  Salvadlas para que os glorifiquen eternamente”.

25 DE SEPTIEMBRE DE 1922

Después de una larga noche de fatigosa expiación por parte de Sor Josefa, Jesús aparece de repente.  Su Corazón no tenía herida ninguna y estaba resplandeciente de hermosura y claridad.  Jesús le dice:

“¡Mira!  Esta alma (la del Sacerdote alejado) ya ha venido a Mí.  Herido al fin por la gracia, se ha ablandado su corazón.  Amame y nada rehúses para conseguir que otras almas Me amen.  Sí, ya ha venido a arrojarse en Mis brazos y se ha confesado…  Sufre todavía conmigo para alcanzarle la fuerza de perseverar hasta el fin”.

Algunos días más tarde Jesús le dice:

“Esta alma Me busca y Yo la espero lleno de amor para colmarla de las más dulces caricias”.

El 20 de septiembre Jesús confirma a Josefa el regreso definitivo de la oveja perdida, logrado a tanta costa:

“Ya está en Mi Corazón; ahora no le queda más que el mérito de su dolor, al recordar su caída”.

13 DE SEPTIEMBRE DE 1922

Jesús dice a Sor Josefa acerca de las almas:

“Muchas Me reciben bien cuando las visito con la consolación.  Muchas Me reciben con gusto en la comunión.  Pero hay pocas que Me reciben bien cuando las visito con Mi cruz.  El alma que se ve tendida en la cruz y en ella se abandona, esta alma Me glorifica…  Esta alma Me consuela.  Es la que está más cerca de Mí.   Por el sufrimiento de Mis Esposas (las hermanas en el Convento), no se pone este sacerdote en mayor peligro, pero todavía hay que sufrir por él.  Cuando venga a Mí, Yo te manifestaré nuevos secretos de amor para las almas.  Quiero que sepan todas cuánto las ama Mi Corazón”.

El viernes (fiesta de los Dolores), la Virgen se presenta a Josefa, vestida con túnica de color violeta pálido, juntas las manos sobre el pecho y hermosísima, y le dice:

“Hija mía, este sacerdote destroza el Corazón de mi Hijo…  Se salvará pero a fuerza de muchos sufrimientos.  No en vano lo confía Jesús a Sus esposas…  ¡Dichosas las almas en quien Jesús fija Sus ojos para confiarles tan precioso tesoro!”

Más tarde Jesús, compadecido de los sufrimientos de Sor Josefa, le dice:

“No tengas miedo, esta alma no se perderá.  Pronto volverá a Mi Corazón; pero por un alma hay que sufrir mucho”.

12 DE SEPTIEMBRE DE 1922

Jesús dice a Josefa acerca del sacerdote que se halla alejado de El:

“Escóndeme en tu corazón y quítame un poco la amargura que Me consume.  No puedo resistir más los ultrajes que recibo de esta alma… pero la quiero… la espero.  Deseo perdonarla.  ¡Con cuánto amor la recibirá Mi Corazón cuando vuelva a Mí!...  Tú, Josefa, consuélame, acércate a Mi Corazón y participa de Su amargura”.

Esa misma noche, después de la cena, Jesús se presenta a Josefa hermosísimo con Su túnica blanca que brillaba en la oscuridad de la noche.  Su mano derecha, levantada como para bendecir a las hermanas del convento.  Se acerca a Josefa y le dice:

“Estoy aquí, entre Mis esposas, porque encuentro descanso y consuelo”.  Y luego añade, acerca del alma del sacerdote: “ánimo; un poquito más y pronto vendrá a Mí”.

8 DE SEPTIEMBRE DE 1922

Sor Josefa escribe que esa noche Jesús se acerca a ella como un “pobre hambriento” *, para expresar el aspecto triste y suplicante que el Señor tenía.  Jesús le dice:

“Quítame la sed que tengo de que Me amen las almas, pero sobre todo Mis almas escogidas…  No sabe esta alma (la del sacerdote alejado de El) cuánto la amo…  Por eso su ingratitud Me pone en este estado”.

Josefa le ofrece a Jesús sus fatigas y sufrimientos y los de las hermanas religiosas, así como el buen deseo de consolarle y agradarle para que El lo purifique y transforme de forma que el sacerdote tenga más valor para retornar a El.  Jesús le dice:

“Yo no miro la acción, miro la intención.  El acto más pequeño hecho con amor, ¡adquiere tanto mérito y puede darme tanto consuelo!...  No busco más que amor…  No pido más que amor…”

El sábado 9 la Virgen dice a Josefa:

“Hija mía, sufre con ánimo y valor.  Gracias al sufrimiento, esta alma no cae en otro pecado más grave”.

* nota del traductor: “El Señor se mostraba a Sor Josefa como revestido actualmente del dolor de los pecados de hoy.  Sabemos que Su Santa Humanidad Gloriosa ya no puede sufrir.  Pero actuaba delante de ella, como lo hizo con Santa Margarita María, los sufrimientos que Le causaban en Su Pasión los pecados y las ofensas de ahora.  Josefa discernía muy bien los consuelos que su participación en los dolores de Jesucristo habían proporcionado a Su Corazón, ya que en la obra de Su Pasión todo le estaba presente”.

6 DE SEPTIEMBRE DE 1922

Acerca del alma elegida de Jesús que es encuentra obstinada en el pecado, Sor Josefa escribe que durante la Misa el Señor se le aparece con un aspecto de bondad y tristeza que la deja sobrecogida.  La herida del Corazón se ve muy grande.  Jesús le dice, como un pobre que pide limosna:

“No te pido más que tu corazón para esconderme en él, para librarme de la amargura que Me causa esta alma, haciéndome entrar en el suyo… que Mis almas escogidas sean las que así Me tratan, eso es lo que más Me aflige”.

Después que Josefa comulga, Jesús le dice:

“Hija Mía, a quien amo como a la niña de Mis ojos, escóndeme en tu corazón…  Consuélame… ámame…  glorifícame con Mi propio Corazón…  Repara con El y satisface con El a la justicia divina…   Preséntalo a Mi Padre como víctima de amor por las almas… pero de un modo especial por estas almas que Me están consagradas…  Vive Conmigo…  Yo viviré contigo…  Escóndete en Mí.  Yo Me esconderé en ti…  Los dos nos consolaremos mutuamente, porque tus penas serán Mías y Mis penas serán tuyas”.

nota del traductor: “El Señor se mostraba a Sor Josefa como revestido actualmente del dolor de los pecados de hoy.  Sabemos que Su Santa Humanidad Gloriosa ya no puede sufrir.  Pero actuaba delante de ella, como lo hizo con Santa Margarita María, los sufrimientos que Le causaban en Su Pasión los pecados y las ofensas de ahora.  Josefa discernía muy bien los consuelos que su participación en los dolores de Jesucristo habían proporcionado a Su Corazón, ya que en la obra de Su Pasión todo le estaba presente”.

4 DE SEPTIEMBRE DE 1922

Sor Josefa narra las penas espantosas que padecen en el infierno los religiosos infieles:

“No puedo explicar lo que es este sufrimiento, pues si el tormento de un seglar es terrible, es nada comparado con el de un religioso.  Los demonios le gritan: `tú hiciste ese voto (de pobreza, castidad y obediencia) libremente y con pleno conocimiento… Tú misma te obligaste…  Tú lo quisiste´.  El alma recuerda sin cesar que había escogido a Dios por Esposo y que Le amaba sobre todas las cosas… Siente necesidad de odiarle con una sed que la consume…  No hay recuerdo que pueda darle el más ligero consuelo…    Otro de los tormentos que padece es la vergüenza.  Parece que le gritan todos: `que nos hayamos perdido nosotros, que no tuvimos los medios que tú, es más comprensible; pero a ti, ¿qué te faltaba?...  Tú vivías en el palacio del Rey…  Tú te sentabas en la mesa de los escogidos´.  En fin, todo esto que escribo, no es sino una sombra al lado de lo que el alma sufre y padece, pues no hay palabras que puedan explicar semejante tormento”.

3 DE SEPTIEMBRE DE 1922

Sor Josefa anota las palabras que Jesús exclama, refiriéndose a un alma elegida que es encuentra obstinada en el pecado:

“Alma a quien amo, ¿por qué Me desprecias?...  ¿No basta que Me ofendan los mundanos?  Pero tú que Me estás consagrada, ¿por qué Me tratas así?...  ¡Qué dolor para Mi Corazón recibir tantos ultrajes de un alma, que Yo he escogido con tanto amor!”

3 DE SEPTIEMBRE DE 1922

Jesús dice a Sor Josefa:

“No me importan las miserias de las almas, lo que quiero es amor…  No me importan las flaquezas, lo que quiero es confianza.  Estas son las almas que atraen al mundo la misericordia y la paz.  Sin ellas (las almas elegidas) no podría detener la ira divina; ¡son tantos los pecados!”

Josefa escribe con mucha compasión que cuando Jesús dijo estas palabras, poco a poco se fueron formando llagas en Su Corazón… todo El era una llaga.  Josefa procura consolarle y el Señor mirándola con mucha tristeza le dijo:

“Sí, son muchos los pecados que se cometen… y muchas las almas que se pierden.  Pero lo que más destroza Mi Corazón son las ofensas de Mis almas escogidas…”

Jesús, refiriéndose a un alma de ellas, dice a Josefa:

“¡Pobre alma!  ¡Pobre alma!...  No sabe a qué tormento se está preparando ella misma para toda la eternidad…”

Josefa intercede por esta alma y Jesús le dice:

“Mientras encuentre víctimas que reparen, Mi justicia se detendrá”.

31 DE AGOSTO DE 1922

Jesús continúa dictando a Sor Josefa:

“Quiero que escribas.  Quiero hablarte de las almas… ¡las amo tanto!...  Quiero que encuentren siempre en Mis palabras, remedio a todas sus enfermedades”.

24 DE AGOSTO DE 1922

Jesús continúa dictando a Sor Josefa:

          “Sí, deseo perdonar y quiero que Mis almas escogidas den a conocer al mundo cómo espero, lleno de amor y de misericordia, a los pecadores”.

Josefa le dice a Jesús que las almas ya lo saben y que ella teme estropear Sus planes.  Jesús le contesta:

“Yo sé que las almas lo saben, pero de cuando en cuando necesito hacer una nueva llamada de amor…  Tú nada tienes que hacer; ámame y permanece abandonada a Mi voluntad.  Te esconderé en Mi Corazón y nadie te descubrirá.  Sólo después de tu muerte se leerán Mis palabras.  Arrójate en Mi Corazón.  Yo te sostengo con muchísimo amor.  Te amo, ¿no lo sabes?  ¿No te doy bastantes pruebas de amor?”

24 DE AGOSTO DE 1922

Jesús dice a Sor Josefa:

          “Escribe cómo Mis almas darán a conocer Mi Corazón de Padre a los pecadores”.

Josefa escribe arrodillada delante de la mesa mientras Jesús va hablando:

          “Conozco el fondo de las almas; sus pasiones y el atractivo que  sienten por el mundo, por el placer.  Yo sabía desde la eternidad cuántas almas amargarían Mi Corazón y que para muchas, Mis sufrimientos y Mi Sangre serían inútiles… pero no es el pecado lo que más hiere Mi Corazón… lo que más lo desgarra es que no vengan a refugiarse en El después que lo han cometido”.

9 DE AGOSTO DE 1922

Jesús dice a Sor Josefa:

          “Yo soy el que gobierna todas las cosas y nunca permitiré que te lleven por un camino errado.  Ten confianza y no veas más que a Mí; Mi mano que te guía, Mi ternura que te ama con amor de Padre y de Esposo”.

19 DE AGOSTO DE 1922

Jesús se presenta ante Sor Josefa y le dice:

“Todo lo que te pido que digas, aunque te parezca duro, es por el bien de las almas.  ¡No sabes cuánto amo a las almas!”

Jesús continúa luego, como expansionando Su Corazón:

“¡Cuánto amo esta casa!  En ella he puesto Mis ojos.  Aquí Mi Corazón encuentra miseria*, apta para hacer de ella instrumentos de Mi Amor.  A este grupo de almas he entregado la parte más pesada de Mi Cruz.  Pero no están solas para llevarla; Yo estoy con ellas; Yo las ayudo.  El amor se prueba con obras; he sufrido porque las amo y ellas sufren también por Mi amor”.

*se debe entender correctamente que Jesús utiliza el término "miseria" para describir la realidad de nuestra alma, que es pobreza y pequeñez, defectos e impurezas, flaquezas e incapacidad de producir frutos sin Su ayuda.

7 DE AGOSTO DE 1922

Mientras las hermanas rezan el Rosario en la sala del Noviciado, la Virgen se aparece a Josefa, vestida como el día de sus Votos, con la diadema en la cabeza y las manos cruzadas sobre el pecho.  Josefa vio que se formaba como una corona de rositas blancas en torno a su corazón.  La Virgen le dice a Josefa:

          “Estas flores se cambiarán en perlas de gran valor para la salvación de las almas”.

          Esto lo dijo refiriéndose al Rosario que rezaban las novicias, arrodilladas alrededor de su imagen.  Y agregó:

          “Sí, las almas es lo que más ama Jesús.  Yo también las amo porque son el precio de Su Sangre, y ¡se pierden tantas!...  No resistas, hija mía, no rehúses nada; abandónate completamente a la obra de Su Corazón, que es la salvación de las almas…  No temas, hija mía; la Voluntad de Jesús se cumplirá, Su obra se hará”.

Querido amigo que amas a Jesús:

Te invito a que, en este día especial en que celebramos la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, procuremos juntos darle gloria y mostrarle nuestro profundo amor ofreciéndole nuestra Eucaristía en compañía de María, consagrándonos a Su Sagrado Corazón y al Corazón Inmaculado de María y con humildad ponernos a Sus pies reconociendo nuestra pequeñez y pidiéndole que jamás permita que le ofendamos ni nos separarnos de El.

Comparto contigo el mensaje que Jesús diera a Sor Josefa el día de Su Sagrado Corazón.

Que la Presencia de Jesús, que es Misericordia, Perdón y Bondad, esté contigo y tu familia hoy y por siempre.

7 DE AGOSTO DE 1922

Después de comulgar, Sor Josefa le pide a Jesús que le dé tanta confianza en Su Corazón como pena por sus faltas.  Poco después el Señor le concede una visión simbólica muy significativa.  Sor Josefa escribe:

          “Serían las nueve y media, sin saber dónde estaba, tenía delante de mi vista un sitio oscuro, cubierto de niebla.  Era como un patio o jardín no muy grande y se notaba un olor a humedad, muy malo; muchas hierbas y espinas, altas como varas de rosal pero sin hojas.  Después vino un poco de claridad como de sol.  Vi muy bien aquel desorden de espinas y yerbas que estaban como llenas de agua sucia y eso era lo que producía el mal olor.  Después desapareció.  No comprendía qué podía ser esto, y me fui a la capilla.

          De pronto, Jesús se presenta a Sor Josefa, muy hermoso,  y le dice:

          “Amada Mía, ¡Miseria de Mi Corazón…!  Yo soy el sol que te da a conocer tu miseria.  Cuanto más grande la veas, más debe aumentar hacia Mí tu ternura y amor; no temas.  El fuego de Mi Corazón consume tus miserias.  Tu corazón es una tierra viciada que no puede producir fruto bueno.  Pero Yo soy el Jardinero que cultivará esa partecita de tierra.  Enviaré un rayo de sol que la purifique, y Mi mano sembrará…  Sigue siendo pequeñita, muy pequeña…  Yo soy bastante grande, soy tu Dios, soy tu Esposo, tú eres la miseria de Mi Corazón”.

7 DE AGOSTO DE 1922

Sor Josefa le dice a Jesús cuánto teme no serle fiel.  Jesús la mira con Sus ojos hermosísimos y con indecible bondad le responde:

“Nada temas; Yo te conduciré del modo más conveniente para Mi gloria y el provecho de las almas; tú abandónate al amor, déjate guiar por el amor, vive perdida en el amor”.

Jesús añade en otro momento:

“Deseo que tu pequeñez se deje conducir y guiar por Mi mano paternal, sabia e infinitamente fuerte…  Nada temas, pues te guardo con esmero, como la más tierna de las madres cuida de su hijo pequeño”.

7 DE AGOSTO DE 1922

Jesús dice a Sor Josefa:

“Yo obraré en ti…   Hablaré por ti…  Me haré conocer por ti…  ¡Cuántas almas encontrarán la vida en Mis palabras!  ¡Cuántas cobrarán ánimo al ver el fruto divino de su vida ordinaria!  ¡Un actito de generosidad, de paciencia, de pobreza, puede ser un tesoro que gane para Mi Corazón gran número de almas!”

6 DE AGOSTO DE 1922

Jesús dicta a Sor Josefa, una a una, las palabras que desea que ella escriba.  En estos escritos el Señor nos revela algo maravilloso:

“No temas; cuando tú escribas Yo te lo diré todo.  Ninguna de Mis palabras se perderá.  Nada de lo que Yo te diga se borrará jamás.  Poco importa que seas tan miserable y pequeña.  Yo haré todo.  Yo daré a conocer que Mi Obra se funda sobre la nada y la miseria; este es el primer eslabón de la cadena de amor que preparo a las almas desde toda la eternidad.  Me serviré de ti para enseñar que amo la miseria, la pequeñeza y la nada”.

Haré que las almas conozcan hasta qué punto las ama y perdona Mi Corazón y cómo sus mismas caídas pueden servirme de complacencia.  Penetro el fondo de las almas, sus deseos de darme gusto, de consolarme y de glorificarme; y el acto de humildad que sus faltas les obliga a hacer, viéndose tan débiles, es precisamente lo que consuela y glorifica Mi Corazón”.

“No importa que las almas sean débiles.  Yo suplo lo que les falta.  Les daré a conocer cómo su misma debilidad puede servirme para dar vida a muchas almas que la han perdido”.

“Daré a conocer que la medida de Mi Misericordia para con las almas caídas, no tiene límites…  Deseo perdonar.  Descanso perdonando…  Siempre estoy esperándolas con amor…  ¡Que no se desanimen!...  ¡Que vengan!...  ¡Que se echen sin temor en Mis brazos…!  ¡Soy Su padre…!”

“Muchas entre Mis Esposas no comprenden cuánto pueden hacer para atraer a Mi Corazón a otras almas que están sumidas en un abismo de ignorancia, y no saben cómo deseo que se acerquen a Mí para darles vida…  La verdadera vida”.

“Yo te enseñaré los secretos de amor y tú serás ejemplo vivo de Mi Misericordia, pues si por  ti, que eres miseria y nada, tengo tanta predilección y te amo tanto, ¿qué haré con otras almas mucho más generosas que tú?”

6 DE AGOSTO DE 1922

Sor Josefa expresa a Jesús su temor de fallarle en Su Obra.  Jesús le dice con inmensa ternura:

“¡Pequeña Mía!...  Empieza Mi obra agarrada de la mano de Mi Madre.  ¿No te da ánimo esto?”

Sor Josefa se llena gozo en su corazón al oír estas palabras y Jesús le da solemnemente tres indicaciones que Josefa ha de observar como preparación a esa Obra:

“Meditar profundamente sobre la nada de Mis instrumentos”.

“Confiar plenamente en la Misericordia de Mi Corazón, y prometer desde el fondo del alma, no resistir jamás a Mis peticiones, por duras y penosas que sean”.

“Hacer una Hora Santa, el jueves, para consolar Mi Corazón de las resistencias de Mis almas escogidas.  Y el viernes, un acto de reparación por las penas y ofensas que de estas mismas almas recibo”.

5 DE AGOSTO DE 1922

Jesús le dice a Sor Josefa:

“Son muchas las almas que Me afligen… y muchas se pierden…  Pero las que más hieren Mi Corazón, son estas que tanto amo y que no se entregan del todo a Mí.  Siempre se reservan algo.  ¿No les doy Yo Mi Corazón entero?”

Josefa pide perdón al Señor por estas almas y por ella misma, que tanto se reserva a Jesús y le pidió que tomara los actos y el amor de esas almas que desean consolarle.  Jesús le contesta con gran bondad:

“Sí, eso busco; reparar las faltas de las unas con los actos de las otras”.

30 DE JULIO DE 1922

La Virgen María dice a Sor Josefa:

“Hija mía, no te asustes de tus caídas.  Todavía caerás más de una vez, pero siempre te levantará el Amor.  Te sostiene un Esposo que es Dios y que te ama”.

27 DE JULIO DE 1922

Sor Josefa está rezando a la Virgen, diciéndole cuánto ama a Jesús y cuánto desea ser totalmente Suya, pero que tuviera presente su pequeñez.  En ese momento llega Jesús y colocándose cerca de Josefa, le dice:

“No tengas miedo; Soy tu Salvador…  Soy tu Esposo…  ¡qué poco conocen las almas esos dos nombres!  Esta es la obra que quiero hacer en ti: el deseo más ardiente de Mi Corazón es que las almas se salven, y quiero que Mis esposas conozcan con qué facilidad pueden ganarse almas.  Yo haré conocer por tu medio el tesoro que muchas veces dejan perder, porque no profundizan bastante estos dos nombres: Salvador y Esposo”.

16 DE JULIO DE 1922

La Virgen María dice a Sor Josefa:

“Vive en paz, hija mía, no te reserves nada para ti, ni te preocupes más que del momento presente.  Jesús te lleva y guía a tus Superiores.  No te apartes de sus consejos.  Sé fiel y sumisa a la voluntad de mi Hijo, en los momentos más difíciles”.

22 DE JULIO DE 1922

Jesús dice a Sor Josefa:

“Josefa, Esposa Mía, déjame dilatarme en ti.  Mi grandeza suplirá tu pequeñez.  Desde ahora trabajaremos unidos.  Yo viviré en ti, y tú vivirás para las almas…  Déjate guiar…  Mi corazón lo hará todo, Mi misericordia obraré en ti y Mi amor anonadará todo tu ser”.

16 DE JULIO DE 1922

Jesús dice a Sor Josefa:

“Desde toda la eternidad Yo he sido tuyo.  Desde ahora para siempre, tú eres Mía.  Tú trabajarás para Mí, Yo trabajaré para ti.  Tus intereses son Míos, Mis intereses son tuyos”.

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