La Eucaristía fuente de
Santidad
Madre Adela Galindo, Fundadora SCTJM
©
Solo para uso privado
Los nuevos santos
“No tengáis miedo de ser los santos del Nuevo Milenio”, fue
una de las grandes exhortaciones del Santo Padre a toda la Iglesia en el
Año Jubilar. En este grito amoroso, el Papa hace una invitación que
manifiesta la esperanza puesta en los hijos e hijas de la Iglesia de hoy
y su visión del futuro de la historia. En este “no tengáis miedo” nos
llama a asumir, con determinación, valentía y gozo, el reto a vivir la
vocación universal a la santidad que se nos ha sido dada en la gracia
bautismal y también a desplegar toda su fuerza transformadora y
misionera, llegando a ser la presencia viva de Cristo, presencia
tan viva y real que tiene el poder de transformar la historia de este
nuevo milenio.
Nuestro mundo y nuestra civilización vive una especie de “ruina
espiritual y moral, y por lo tanto, de decadencia en todas las áreas
de la vida humana. La única forma de reconstruir la humanidad
contemporánea es construyendo una nueva civilización de amor, de vida,
de solidaridad, de valorización de la persona humana. A la Iglesia del
TM, le toca la ardua tarea de remar mar adentro y adentrarse en las
ruinas de esta civilización, para construirla desde adentro. Este remar
la barca de la Iglesia hacia las profundidades de la civilización
actual, se hará con dos grandes remos: La Santidad y la Misión. Misión
que no dará fruto, nos dice el S. Padre en su carta NMI, si no proviene
de la Santidad, por que la Misión requiere un testimonio, coherente y
elocuente, de vida. "Esta generación tiene la misión de llevar el
Evangelio a la humanidad del futuro. Vosotros sois los testigos de
Cristo en el nuevo milenio. Sed muy conscientes de ello y responded con
pronta fidelidad a esta urgente llamada. La Iglesia cuenta con
vosotros." (SS JP II, 21 de nov, 2000)
Juan Pablo II nos ha dicho en NMI que el Camino pastoral de la Iglesia
de hoy es uno solo y es urgente: el de la santidad. Para Juan Pablo II,
la nueva primavera de la Iglesia es ante todo un momento de gracia
abundante, por la cual se forjarán grandes santos y santas. Los nuevos
santos de este Milenio.
Hemos escuchado tantas veces las profecias que el Señor diera en el
Congreso Internacional de la Renovación Carismática en Roma, en 1975: “tiempos de
oscuridad vienen para el mundo y tiempos de gloria para la Iglesia”.
¿Cuál es la gloria de la Iglesia? Es la santidad de sus hijos, santidad
que refleja la luz de Cristo, la vida de Cristo en el mundo.. “La
Iglesia aumenta, brilla, crece y se desarrolla por la santidad de sus
fieles (cf LG 39)”. La característica principal de la Iglesia del TM
debe ser la santidad. Nos toca a nosotros reconocer este llamado y esta
responsabilidad. La historia se forja con la vida de los hombres y
mujeres que viven en ella.
El siglo pasado, el siglo que cerró el II milenio, ha pasado a la
historia como uno de los más oscuros para la humanidad, por su egoísmo
generalizado y olvido de Dios. Ha sido el siglo de las guerras
mundiales, de grandes sistemas políticos opresores, de la bomba atómica,
del aborto legalizado, del holocausto, de los experimentos humanos, del
ateísmo... el siglo de gran persecución a la Iglesia y el que ha dado
más mártires. En este siglo, en medio de tanta oscuridad y de figuras
potentes de mal, hemos visto surgir en medio de esa historia de sombras,
grandes rayos de luz. En este mismo siglo, la Iglesia ha sido coronada
con hombres y mujeres que en medio del mal han surgido para ser en el
mundo “grandes candelabros que iluminan”: Santa Teresita de
Lesiux, Santa Gemma Galgani, Santa María Goretti, San Maximiliano Kolbe,
Santa M. Faustina, Santa Teresa de los Andes, San Padre Pío, Santa Edith
Stein, S. Josemaría Escribá, Beatos Jacinta y Francisco, Beato Pier
Georgio, Beato Padre Pro, el beato P. Hurtado, el beato Obispo Manuel
Gónzalez, beato Carlos Rodríguez, los esposos Beltrame y pronto a ser
beatificada, Madre Teresa de Calcuta. Obispos, sacerdotes,
religiosos y religiosas, matrimonios, solteros, niños y niñas. Más los
cienes de cristianos que han dado su vida en el martirio por su
fidelidad a Cristo. . “Días de oscuridad para el mundo y de gloria
para la Iglesia.” En medio de la historia oscura de la humanidad,
Dios revela su presencia santificadora... La luz de Cristo no puede ser
apagada por la oscuridad. “La luz brilla en las tinieblas y las
tinieblas no la vencieron”. Juan 1,4 - Precisamente para mostrar que
la luz de Cristo nunca es vencida por la oscuridad es que SS Juan Pablo
II, ha revelado la abundante santidad que ha surgido en la Iglesia a
través de las tantas beatificaciones y canonizaciones. Esto es prueba
que el poder de Dios trasciende la oscuridad del mundo y que en medio de
una generación hostil e indiferente, se confirma lo que Jesús nos dice
en San Juan: «Mi Padre obra siempre» (5,17). Cuando el mundo ha
querido excluir a Dios de la historia, Dios manifiesta que El es su
Señor: a través de los santos.
¿Quienes son los santos?
Hombres y mujeres que han tenido el amor y la valentía
suficiente para sobrepasar las tentaciones del demonio, las seducciones
del mundo y las inclinaciones de su carne, y así, crecer a la estatura
de Cristo, hasta llegar a decir, como S. Pablo: “ya no soy Yo quien
vive, sino que es Cristo quien vive en mi”. Los santos se hacen presente
en la historia de la Iglesia, y con un paso al frente dicen: Aquí estoy.
Presente. Igual que hizo S. Maximiliano Kolbe, al dar un paso al frente
entre el grupo de prisioneros en el campo de concentración, para dar
testimonio del amor heroico al tomar el lugar de otro prisionero y morir
en ves de él. Testimonio vivo de la presencia de Cristo en el mundo.
La santidad es para todos
‘Todos
los fieles, de cualquier estado o régimen de vida, son llamados a la
plenitud de la
vida cristiana y a la perfección de la caridad’ (LG 40)
Para
alcanzar esta perfección, los cristianos deben disponerse con todo el
corazón a seguir las huellas de Cristo haciéndose conformes a su imagen,
y siendo obedientes en todo a la voluntad del Padre. De esta manera, la
santidad del Pueblo de Dios producirá frutos abundantes, como lo muestra
claramente en la historia de la Iglesia la vida de los santos. (LG 40).
“La perfección cristiana sólo tiene un límite: el de no tener límite
en el amor y la virtud’ (San Gregorio de Nisa, v. Mos.). S. Josemaría
Escribá nos explica: "El gran secreto de la santidad se reduce a
parecerse más y más a El, que es el único y amable Modelo". (Forja,
752).
¿Donde se forman y forjan los
santos?
En el mismo lugar en donde ustedes están, ante la presencia
real de Jesús en la Eucaristía. La Eucaristía es “Dios con nosotros”, el
Emmanuel. “La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros” (S. Juan
1)... y habita... “Yo estaré con ustedes hasta el fin del mundo”. (Mt.
28,20) Y está con nosotros para actualizar todo su poder salvador y
santificador en cada generación. “ Su misericordia llega de generación a
generación”, nos dijo la Santísima Virgen en el Magnificat. (Ya en esta
proclamación se profetiza el poder de la Eucaristía)
Un día alguien dijo a Santa Teresa de Ávila: “Si tan solo hubiese
vivido en el tiempo de Jesús. Si tan solo le hubiese visto y le hubiese
hablado. Santa Teresa le respondió: Pero acaso no tenemos ante nosotros
a Jesús vivo, verdadero y realmente presente en la Eucaristía?
La Eucaristía es Nuestro Señor realmente presente, su Cuerpo, Sangre,
Alma y Divinidad, oculto bajo las apariencias de pan, pero real y
físicamente presente en la Hostia Consagrada. Vive en medio de nosotros
para santificarnos, transformarnos en su imagen, para
liberarnos del pecado, del demonio y de la carne, para levantarnos
con el poder de su vida divina resucitándonos de toda muerte y
esterilidad espiritual. Está con nosotros para calmar las tempestades
interiores de nuestras pasiones bajas; para abrir los ojos ciegos
de nuestras almas, para romper las cadenas de opresiones, hábitos
pecaminosos, ataduras a lo terreno y elevar todas nuestras potencias
humanas a los bienes celestiales. Para transmitir la caridad
y misericordia de su corazón, y darnos corazones generosos capaces de
perdonar y hasta de hacer el bien a los enemigos. Para capacitarnos
formarnos, forjarnos en su imagen... para ser modelados en él, de
tal forma que el mundo reconozca el rostro de Cristo en los nuestros. La
Eucaristía es Cristo Mismo, Luz del Mundo: : "Yo soy la luz del mundo;
el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la
vida" (Jn 8, 12). Quien está ante la luz, y se impregna de la luz, no
puede hacer nada mas que iluminar. ¡"No se enciende una lámpara para
ponerla debajo del celemín" (cf. Mt 5,15). “Bajó Moisés del Monte
Sinaí y, cuando bajó del monte con las 2 tablas del testimonio en su
mano, no sabía que la piel de su rostro se había vuelto radiante, por
haber hablado con él.”. Ex 34.29 San Esteban fijó sus ojos en el cielo
y contempló al Hijo de Dios. Su rostro se llenó de la luz de
Cristo.(Hecho 6, 15)
“La santidad es el mensaje elocuente que no necesita palabras, la
santidad representa al vivo el rostro de Cristo". (NMI, 7). La
santidad es visible, hermanos, y con esto no hablo necesariamente de
manifestaciones extraordinarias, que muchas veces El Señor ha permitido
en la vida de los santos para revelar externamente su gran obra
interior. A muchos santos se le iluminaban sus rostros, con ello
manifestaban la luz de Cristo de la cual estaban llenas sus almas, como
Santa Clara de Asís que le sucedía después de estar horas ante el
Santísimo. Otros, por donde pasaban dejaban un aroma de rosas, flores,
para revelar que eran el buen olor de Cristo, como el Padre Pío. Otros,
levitaban, para mostrar cuan elevadas en santidad estaban sus almas como
S. José de Cupertirno que en la misa durante la Consagración al
Contemplar la hostia consagrada y el calíz, se elevaba tan alto, que
a veces llegaba al techo de la iglesia....etc...
La Eucaristía es el secreto
de los Santos. (JPII) ¿No nos dijo acaso Jesús?: “Yo soy
la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mi y yo en él, ese
da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada.” (S. Juan
15, 5).
La santidad
es fruto de la Eucaristía porque esta es su fuente. Solo quien está en
comunión con la vid, Jesús Eucarístico, puede ser una sarmiento fecundo.
Veamos la vida de los santos, testigos elocuentes de esta verdad: La
Eucaristía es el secreto de los santos. Es la escuela en donde se forjan
las grandes almas.
Cura de Ars
Cuando S. Juan M. Vianney llegó a la pequeña villa de Ars,
alguien le dijo con amargura: “aquí no hay nada que hacer”. El Santo
replicó: “pues entonces hay mucho que hacer”. E inmediatamente comenzó a
actuar: se levantaba a las 2:00 am para estar en oración ante el S.
Sacramento, pasaba horas hasta que temprano en la mañana celebraba la
Santa Misa. Al terminar, volvía a quedarse en adoración, con el rosario
en mano y sus ojos fijos en Jesús Eucarístico.
La santidad del Cura de Ars, santidad forjada en esas horas ante la
Eucaristía, atrajo a tantos hombres y mujeres, que se vio obligado a
escuchar confesiones por 10, 15 y hasta 18 horas. ¿Quien logró esta
transformación? El poder de la Eucaristía.
Beato Padre Damian, Apóstol
de los Leprosos:
“Si no fuese por la constante presencia de Nuestro Divino
Maestro en nuestra humilde capilla, no hubiese podido perseverar en
participar de la misma suerte de los leprosos en Molokai. La Eucaristía
es el pan de vida que me da fuerza para todo esto. Es la prueba mas
elocuente de Su Amor y el medio mas poderoso para aumentar en nosotros
su misma caridad. El se nos da diariamente para consumir nuestros
corazones con su fuego purificador y transformador, para que incendiemos
a los demás con el ardor de su amor”.
Madre Teresa
“Recién en 1973, cuando empezamos nuestra Hora Santa diaria, fue
que nuestra comunidad comenzó a crecer y florecer . . . En nuestra
congregación solíamos tener adoración una vez a la semana durante una
hora; luego en 1973 decidimos dedicar una hora diaria a la adoración. El
trabajo que nos espera es enorme. Los hogares que tenemos para los
indigentes enfermos y moribundos están totalmente llenos en todas
partes. Pero desde el momento que empezamos a tener una hora de
adoración cada día, el amor a Jesús se hizo más íntimo en nuestro
corazón, el cariño entre nosotras fue más comprensivo y el amor a los
pobres se nos llenó de compasión, y así se nos ha duplicado el número de
vocaciones. La hora que dedicamos ante Jesús en la Eucaristía es la
parte más valiosa de todo el día, es lo que cambia nuestros corazones.”
San Padre Pío
la vida del Padre Pío se mueve alrededor del Tabernáculo. La
Eucaristía es su centro de gravitación. La gente de Pietrelicina
atestigua que desde niño visita asiduamente a Jesús Sacramentado. Ya de
fraile, nos dicen, pasaba largas horas ante la Eucaristía, a veces
noches enteras. Durante la adoración sentía un gran fuego en su pecho,
que consumía todo su interior. Si el Padre Pío no estaba en el altar,
sus ojos estaban continuamente dirigidos hacia el tabernáculo. Igual
durante las largas horas de confesiones. Una de las hijas espirituales
del Padre Pio que murió en olor de santidad, participando de una Misa
celebrada por el Padre Pío, vio como un rayo de fuego salir del corazón
del santo hacia el tabernáculo. Jesús le explicó que era el amor que se
comunicaba constantemente entre el corazón del P. Pio y el Corazón
Eucarístico de Jesús. Ya no se diga, las Misas del Padre Pío.... duraban
a veces hasta 2horas y media... Sumergido en completa comunión con el
sacrificio de Cristo.
Santa Faustina
Nos narra en su diario: “ A los siete años, cuando estaba
ante Jesús expuesto en la custodia, entonces, por primera vez se me
comunicó el amor de Dios y llenó mi pequeño corazón y el Señor me hizo
comprender las cosas divinas. Desde aquel día mi amor al Dios oculto ha
crecido hasta alcanzar la más estrecha intimidad. Todo el poder de mi
alma procede del Santísimo Sacramento.”
Sor Crecencia (una hna de Congregación) dijo: La hna Faustina “Vivía en
total recogimiento la Misa sin ver nada de cuanto estaba a su alrededor.
Tenía una devoción inmensa por el Santísimo Sacramento. Cuando estaba
ante la Eucaristía oraba con profundo fervor y con mirada fija y
ardiente en Jesús. En todos los momentos libres corría a visitar a Jesús
Sacramentado”.
Santa Teresita
de Lesieux
El centro de toda su vida, su afecto y atención era “el
prisionero de amor” como llamaba a Jesús Eucarístico. A tal punto que
compuso un hermosa poesía que nos revela su amor ardiente y dependencia
total por el Sacramento de Amor. En esta poesía abre su corazón para
manifestar un gran deseo : “quiero ser llave del sagrario para abrir la
prisión de la Santa Eucaristía. Quiero ser la lámpara que se consuma
cerca del sagrario.. Quiero ser la piedra del altar para ser un nuevo
establo en donde repose la Eucaristía. Quiero ser corporales para
guardar en ella la hostia consagrada. Quiero ser patena .... quiero ser
custodia... quiero ser cáliz ..”
Ese era su gozo... Cuenta como una gran dicha, un día en que en el
momento de la Comunión, habiendo caído la Santa Hostia de las manos del
sacerdote, ella tendió el escapulario para recibirla.. Consideraba esto
un privilegio tan grande como el de la Virgen Santísima, pues había
tenido en sus brazos al mismo Jesús.
Ven. Alejandrina da Costa-
vivió para la Eucaristía, se alimentó de la Eucaristía y murió queriendo
ser enterrada en la iglesia parroquial y que la colocaran de tal forma
que su rostro contemplara el Sagrario.
SS Juan Pablo II-
seguramente pasará a la historia como uno de los Papas más grandes que
ha dado la Iglesia.. De donde surge su grandeza tanto en santidad como
en un pontificado tan fecundo? Lo entenderemos a la luz de esta
historia, narrada por un sacerdote que trabaja muy cercano al Papa.
Recién elevado JPII al pontificado, uno de sus secretarios lo buscaba.
No sabía nadie donde se encontraba. Nos narra que fue a su cuarto
después de cena, tocó la puerta, fue con una montaña de papeles para que
leyera y firmara, y él no estaba allí. Preguntaba a todos los
Cardenales, nadie sabía donde él estaba. Fue a la cocina pensando que
quizás el Santo Padre al no haber cenado, tenía hambre y fue en búsqueda
de algo de comer. Lo cierto es que no se encontraba por ninguna parte y
nadie sabía donde estaba.
En eso, este secretario se encontró con el sacerdote que era secretario
del Santo Padre desde Polonia. Cuando le preguntó, éste le contestó:
Cuando sepas donde está el Santo Padre, puedes estar seguro que lo
encontrarás en la capilla orando ante la Eucaristía. Fue a buscarlo a la
capilla para confirmar la información y lo encontró: postrado con su
rostro en tierra y con sus manos extendidas ante Jesús Eucarístico.”
El Papa nos ha dicho que en sus 50 años de sacerdocio lo mas importante
ha sido y es la celebración de la Eucaristía. He tenido el privilegio de
estar en la Misa Privada de Su Santidad, en Roma, y no se pueden imaginar lo que
se experimenta. He visto en sus ojos, profundamente fijos en la
Eucaristía... entra en una dimensión que nos trasciende a los que
estamos con él. Me sentí estar presenciando un alma sacerdotal
completamente sumergida en el misterio de la Presencia real. Aquí se ha
forjado Juan Pablo II. Pude ver como sus palabras se cumplían: “La Santa
Misa es el centro absoluto de mi vida y de cada día de mi vida”. Como no
llamarle a su última encíclica “La Iglesia vive de la Eucaristía”..
Si Juan Pablo II, vive de la Eucaristía? “La adoración del Santísimo
Sacramento tiene cotidianamente una importancia destacada y se convierte
en fuente de vida y santidad.” (Enciclica de JPII Ecclesia de
Eucharistia). Desde su primera
comunión ha recibido la Eucaristía todos los días.
“Sigamos, queridos hermanos la enseñanza de los Santos, grandes
intérpretes de la verdadera piedad eucarística. Con ellos la teología de
la Eucaristía adquiere todo el esplendor de la experiencia vivida, nos
contagia y nos enciende”. EE, 62)
Conclusión
En estas horas de sombras, necesitamos que brille la luz de
Cristo en la santidad de los hijos de la Iglesia. Debemos presentar a la
humanidad la "luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este
mundo" (Jn 1, 9). Milagro Eucarístico de Cracovia: del pantano surgía
una luz tan fuerte que podía verse a larga distancia... Encontraron la
hostia consagrada después de drenar la porción de pantano, completamente
limpia.
Jesús, el Redentor y Salvador de los hombres permanece con nosotros
realmente en la Santa Eucaristía. Jesús en el Santísimo Sacramento se da
por completo "para la vida del mundo" , para nuestra vida, para la vida
de nuestro mundo y nuestra historia. La Eucaristía es la presencia
sublime del amor de Cristo.. Amor permanente, santificador, eficaz y
poderoso. Decía el beato obispo Manuel Gónzalez, obispo de la
Eucaristía: el sagrario es el lugar mas poderoso de la tierra”. De
verdad lo creemos? Aquí está el tres veces Santo, para forjar y formar
santos con el poder de su gracia y en su escuela de santidad. El mundo
de hoy necesita “testigos” para que pueda con gozo decir: “Dios está con
nosotros, pues visto los efectos de su presencia en hombres y mujeres
que no han tenido miedo de abrir de par en par, generosamente, las
puertas de su corazón a Jesús y que se han dejado transformar en
imágenes vivientes de su amor y su santidad.
Concluyo con las palabras de Su Santidad Juan Pablo II: "Pido a Dios
tres veces santo, que, por intercesión de esta inmensa multitud de
testigos, los haga santos, los santos del tercer milenio".