"Niños
protegidos en la Iglesia"
Discurso a los encargados de la prevención del abuso a menores
S.S. Benedicto XVI
Septiembre 18, 2010
www.zenit.org
Queridos amigos
Me alegra tener la oportunidad de saludaros como representantes de
tantos profesionales y voluntarios responsables de la protección de
los niños en ámbitos eclesiales. La Iglesia tiene una larga
tradición de cuidar a los niños desde su más temprana edad hasta la
madurez, siguiendo el ejemplo del afecto de Cristo, que bendijo a
los niños que le presentaban, y que enseñó a sus discípulos que, de
quienes son como aquellos, es el Reino de los Cielos (cf. Mc
10,13-16).
Vuestro trabajo, realizado en el marco de las recomendaciones
formuladas en primer lugar por el Informe Nolan y sucesivamente por
la Comisión Cumberlege, ha brindado una contribución vital a la
promoción de ambientes seguros para los jóvenes. Esto ayuda a
garantizar que las medidas de prevención adoptadas sean eficaces,
que se mantengan con atención, y que todas las denuncias de abuso se
traten con rapidez y justicia. En nombre de los muchos niños a
quienes servís y de sus padres, permitidme que os dé las gracias por
el buen trabajo que habéis realizado y que seguís realizando en este
campo.
Es deplorable que, en neta contradicción con la larga tradición de
la Iglesia de cuidar a los niños, éstos hayan sufrido abusos y malos
tratos por parte de algunos sacerdotes y religiosos. Todos nos hemos
concienciado mucho más de la necesidad de proteger a los niños, y
vosotros sois una parte importante de la respuesta de amplio alcance
que la Iglesia está dando a este problema. Aunque nunca podremos
estar satisfechos del todo, el crédito se debe dar cuando es
merecido: hay que reconocer los esfuerzos de la Iglesia en este país
y en otros lugares, especialmente en los últimos diez años, para
garantizar la seguridad de niños y jóvenes y para mostrarles respeto
a medida que se encaminan a la madurez. Rezo para que vuestro
generoso servicio ayude a reforzar un clima de confianza y renovado
compromiso con el bienestar de los niños, que son un don
preciosísimo de Dios.
Que Dios haga fecunda vuestra labor y derrame sus bendiciones sobre
vosotros.
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