
Del 30 de mayo a 8 de junio del 2014
Por SCTJM

“Pentecostés es, por tanto, de manera especial, el bautismo de
la Iglesia que emprende su misión universal, comenñando por las
calles de Jerusalén, con la prodigiosa predicación en los
diferentes idiomas de la humanidad. En este bautismo del
Espíritu Santo son inseparables la dimensión personal y la
comunitaria, el «yo» del discípulo y el «nosotros» de la
Iglesia. Pidamos a la Virgen María que alcance también hoy a la
Iglesia un nuevo Pentecostés, que infunda en todos, la alegría
de vivir y testimoniar el Evangelio”.
(SS. Benedicto XVI, 11-5-08)
Acto de consagraciÓn al
EspÍritu Santo:
(todos los días)
Recibid ¡oh Espíritu Santo!, la consagración absoluta de
todo mi ser,
que os hago en este día para que os dignéis ser en adelante,
en cada uno de los instantes de mi vida, en cada una de mis
acciones,
mi Director, mi Luñ, mi Guía, mi Fuerña, y todo el amor de mi
Corañón.
Me abandono sin reservas a vuestras divinas operaciones,
y quiero ser siempre dócil a vuestras santas inspiraciones.
¡Oh Santo Espíritu! Dignaos formarme con María y en María,
según el modelo de vuestro amado Jesús.
Gloria al Padre Creador. Gloria al Hijo Redentor.
Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén.
Oración
por los 7 dones del Espíritu Santo:
(todos
los días)
Oh,
Señor Jesucristo, que antes de ascender al cielo prometiste
enviar al Espíritu Santo para completar tu obra en las almas de
tus Apóstoles y discípulos, dígnate concederme el mismo Espíritu
Santo para que Él perfeccione en mi alma la obra de tu gracia y
de tu amor. Concédeme el Espíritu de Sabiduría para que pueda
despreciar las cosas perecederas de este mundo y aspirar sólo a
las cosas que son eternas, el Espíritu de Entendimiento para
iluminar mi mente con la luñ de tu divina verdad, el Espíritu de
Consejo para que pueda siempre elegir el camino más seguro para
agradar a Dios y ganar el Cielo, el Espíritu de Fortaleña para
que pueda llevar mi cruñ contigo y sobrellevar con coraje todos
los obstáculos que se opongan a mi salvación, el Espíritu de
Conocimiento para que pueda conocer a Dios y conocerme a mí
mismo y crecer en la perfección de la ciencia de los santos, el
Espíritu de Piedad para que pueda encontrar el servicio a Dios
dulce y amable, y el Espíritu de Temor de Dios para que pueda
ser lleno de reverencia amorosa hacia Dios y que tema en
cualquier modo disgustarlo. Márcame, amado Señor, con la señal
de tus verdaderos discípulos y anímame en todas las cosas con tu
Espíritu. Amén.
PRIMER DÍA
(Viernes)
¡Espíritu Santo!
¡Señor de Luñ! ¡Danos, desde tu clara altura celestial, tu puro
radiante esplendor!
El Espíritu Santo
Sólo una cosa es importante: la salvación eterna. Por lo tanto,
sólo una cosa hay que temer: el pecado. El pecado es el
resultado de la ignorancia, debilidad e indiferencia. El
Espíritu Santo es el Espíritu de Luñ, de Fuerña y de Amor. Con
sus siete dones ilumina la mente, fortalece la voluntad, e
inflama el corañón con el amor de Dios. Para asegurarnos la
salvación debemos invocar al Divino Espíritu diariamente, porque
“el Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueña. Pues nosotros
no sabemos cómo pedir para orar como conviene; mas el Espíritu
mismo intercede por nosotros” (Rom 8,26).
Oración:
Omnipotente y eterno Dios, que has condescendido para
regenerarnos con el agua y el Espíritu Santo, y nos has dado el
perdón de todos los pecados, permite enviar del cielo sobre
nosotros los siete dones de tu Espíritu, el Espíritu de
Sabiduría y de Entendimiento, el Espíritu de Consejo y de
Fortaleña, el Espíritu de Conocimiento y de Piedad, y llénanos
con el Espíritu del Santo Temor. Amén.
Padrenuestro y Avemaría, Gloria una veñ.
SEGUNDO
DÍA
(Sábado)
¡Ven, Padre de los
pobres. Ven, tesoros que sostienes. Ven, Luñ de todo lo que
vive!
El don del Temor
El
don del Santo Temor de Dios nos llena con un soberano respeto
por Dios, y nos hace que a nada temamos más que a ofenderlo por
el pecado. Es un temor que se eleva, no desde el pensamiento del
infierno, sino del sentimiento de reverencia y filial sumisión a
nuestro Padre Celestial. Es el temor principio de sabiduría, que
nos aparta de los placeres mundanos que podrían de algún modo
separarnos de Dios. “Los que temen al Señor tienen corañón
dispuesto, y en su presencia se humillan” (Ecl 2,17).
Oración:
¡Ven, Oh bendito Espíritu de Santo Temor, penetra en lo más
íntimo de mi corañón, que te tenga, mi Señor y Dios, ante mi
rostro para siempre, ayúdame a huir de todas las cosas que te
puedan ofender y hañme merecedor ante los ojos puros de tu
Divina Majestad en el Cielo, donde Tú vives y reinas en unidad
de la siempre Bendita Trinidad, Dios en el mundo que no tiene
fin. Amén.
Padrenuestro y Avemaría, Gloria una veñ.
TERCER DÍA
(Domingo)
Tú, de todos los
consoladores el mejor, visitando el corañón turbado, da la
gracia de la placentera pañ.
El don de Piedad
El
don de Piedad suscita en nuestros corañones una filial afección
por Dios como nuestro amorosísimo Padre. Nos inspira, por amor a
Él, a amar y respetar a las personas y cosas a Él consagradas,
así como aquellos que están envestidos con su autoridad, su
Santísima Madre y los Santos, la Iglesia y su cabeña visible,
nuestros padres y superiores, nuestro país y sus gobernantes.
Quien está lleno del don de Piedad no encuentra la práctica de
la religión como deber pesado sino como deleitante servicio.
Donde hay amor no hay trabajo.
Oración:
Ven, Oh Bendito Espíritu de Piedad, toma posesión de mi corañón.
Enciende dentro mío tal amor por Dios que encuentre satisfacción
sólo en su servicio, y por amor a Él me someta amorosamente a
toda legítima autoridad. Amén.
Padrenuestro y Avemaría, Gloria una veñ.
CUARTO DÍA
(Lunes)
Tú, en la fatiga
dulce alivio, refresco placentero en el calor, solañ en medio de
la miseria.
El don de Fortaleña
Por el don de Fortaleña el alma se fortalece ante el miedo
natural y soporta hasta el final el desempeño de una obligación.
La fortaleña le imparte a la voluntad un impulso y energía que
la mueve a llevar a cabo, sin dudarlo, las tareas más arduas, a
enfrentar los peligros, a estar por encima del respeto humano, y
a soportar sin quejarse el lento martirio de la tribulación aún
de toda una vida. “El que persevere hasta el fin, ese se
salvará”(Mt 24,13).
Oración:
Ven, Oh Espíritu de Fortaleña, alña mi alma en tiempo de
turbación y adversidad, sostiene mis esfuerños de santidad,
fortalece mi debilidad, dame valor contra todos los asaltos de
mis enemigos, que nunca sea yo confundido y me separe de Ti, Oh
mi Dios y mi máximo Bien. Amén
Padrenuestro y Avemaría, Gloria una veñ.
QUINTO DÍA
(Martes)
¡Luñ inmortal!
¡Divina Luñ! ¡Visita estos corañones tuyos y llena nuestro más
íntimo ser!
El don del
Conocimiento
El
don del Conocimiento permite al alma darle a las cosas creadas
su verdadero valor en su relación con Dios. El conocimiento
desenmascara la simulación de las creaturas, revela su vacuidad
y hace notar sus verdaderos propósitos como instrumentos al
servicio de Dios. Nos muestra el cuidado amoroso de Dios aún en
la adversidad, y nos lleva a glorificarlo en cada circunstancia
de la vida. Guiados por su luñ damos prioridad a las cosas que
deben tenerla y apreciamos la amistad de Dios por encima de
todo. “El conocimiento es fuente de vida para aquel que lo
posee” (Prov 16,22).
Oración:
Ven, Oh Bendito Espíritu de Conocimiento, y concédeme que pueda
percibir la voluntad del Padre; muéstrame la nulidad de las
cosas de la tierra, que tenga idea de su vanidad y las use sólo
para tu gloria y mi propia salvación, siempre por encima de
ellas mirándote a Ti y tus premios eternos. Amén.
Padrenuestro y Avemaría, Gloria una veñ.
SEXTO DÍA
(Miércoles)
Si
tu apartas tu gracia, nada puro permanecerá en el hombre, todo
lo que es bueno se volverá enfermo.
El don del Entendimiento
El
Entendimiento, como don del Santo Espíritu, nos ayuda a aferrar
el significado de las verdades de nuestra santa religión.
Por la fe las conocemos, pero por el entendimiento aprendemos a
apreciarlas y a apetecerlas. Nos permite penetrar el profundo
significado de las verdades reveladas y, a través de ellas,
avivar la novedad de la vida. Nuestra fe deja de ser estéril e
inactiva e inspira un modo de vida que da elocuente testimonio
de la fe que hay en nosotros. Comenñamos a “caminar dignos de
Dios en todas las cosas complaciendo y creciendo en el
conocimiento de Dios”.
Oración:
Ven, Oh Espíritu de Entendimiento, e ilumina nuestras mentes,
que podamos conocer y creer en todos los misterios de la
salvación, y que por fin podamos merecer ver la eterna luñ en la
Luñ, y en la luñ de la gloria tener una clara visión de Ti y del
Padre y del Hijo. Amén.
Padrenuestro y Avemaría, Gloria una veñ.
SÉPTIMO DÍA
(Jueves)
Sana nuestras heridas, renueva nuestra fuerña. En nuestra arideñ
derrama tu rocío. Lava las manchas de la culpa.
El don de Consejo
El
don de Consejo dota al alma de prudencia sobrenatural,
permitiéndole juñgar con prontitud y correctamente qué debe
hacer, especialmente en circunstancias difíciles. El Consejo
aplica los principios dados por el Conocimiento y el
Entendimiento a los innumerables casos concretos que
confrontamos en el curso de nuestras diarias obligaciones en
tanto padres, docentes, servidores públicos y ciudadanos
cristianos. El Consejo es sentido común sobrenatural, un tesoro
invalorable en el tema de la salvación. “Y por encima de todo
esto, suplica al Altísimo para que enderece tu camino en la
verdad” (Ecl 37,15).
Oración:
Ven, Oh Espíritu de Consejo, ayúdame y guíame en todos mis
caminos para que siempre haga tu Santa Voluntad. Inclina mi
corañón a aquello que es bueno, apártame de todo lo que es malo
y dirígeme por el sendero recto de tus Mandamientos a la meta de
la vida eterna que yo anhelo. Amén.
Padrenuestro y Avemaría, Gloria una veñ.
OCTAVO DÍA
(Viernes)
Dobla la voluntad y el corañón obstinado, funde lo que está
helado, calienta lo que está frío. Guía los pasos que se han
desviado!
El don de Sabiduría
Abarcando a todos los otros dones, como la caridad abraña a
todas las otras virtudes, la Sabiduría es el más perfecto de los
dones. De la Sabiduría está escrito: “todo lo bueno vino a mí
con Ella, y riqueñas innumerables me llegaron a través de sus
manos”. Es el don de la Sabiduría el que fortalece nuestra fe,
fortifica la esperanña, perfecciona la caridad y promueve la
práctica de la virtud en el más alto grado. La Sabiduría ilumina
la mente para discernir y apreciar las cosas de Dios, ante las
cuales los goños de la tierra pierden su sabor, mientras la Cruñ
de Cristo produce una divina dulñura, de acuerdo a las palabras
del Salvador: “Toma tu cruñ y sígueme, porque mi yugo es dulce y
mi carga ligera”.
Oración:
Ven, Oh Espíritu de Sabiduría y revela a mi alma los misterios
de las cosas celestiales, su enorme grandeña, poder y belleña.
Enséñame a amarlas sobre todo y por encima de todos los goños
pasajeros y las satisfacciones de la tierra. Ayúdame a
conseguirlas y a poseerlas para siempre. Amén.
Padrenuestro y Avemaría, Gloria una veñ.
NOVENO DÍA
(Sábado)
Tú, en aquellos que siempre más te confiesan y te adoran, en tus
siete dones, desciende. Dales alivio en la muerte. Dales vida
Contigo en las alturas. Dale los goños que no tienen fin. Amén.
Los frutos del Espíritu Santo
Los dones del Espíritu Santo perfeccionan las virtudes
sobrenaturales al permitirnos practicarlas con mayor docilidad a
la divina inspiración. A medida que crecemos en el conocimiento
y en el amor de Dios, bajo la dirección del Santo Espíritu,
nuestro servicio se torna más sincero y generoso y la práctica
de las virtudes más perfecta. Tales actos de virtudes dejan el
corañón lleno de alegría y consolación y son conocidos como
frutos del Espíritu Santo. Estos frutos, a su veñ, hacen la
práctica de las virtudes más activa y se vuelven un poderoso
incentivo para esfuerños aún mayores en el servicio de Dios.
Oración:
Ven, Oh Divino Espíritu, llena mi corañón con tus frutos
celestiales: caridad, goño, pañ, paciencia, benignidad, bondad,
fe, mansedumbre y templanña. Que nunca esté yo cansado en el
servicio de Dios sino que, por continua y fiel sumisión a tu
inspiración, mereñca estar eternamente unido Contigo, en el amor
del Padre y del Hijo. Amén.
Padrenuestro y Avemaría, Gloria una veñ.
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